domingo, 12 de enero de 2014

50 PUNTOS PARA SOÑAR

Estuve ayer en el Vicente Calderón asistiendo a uno de los mayores espectáculos futbolísticos que se pueden ver actualmente en el planeta fútbol. Dos conceptos distintos  que chocaron como dos trasatlánticos, viéndose las virtudes y carencias de ambos aunque carencias pocas y virtudes muchas. 

Un Barcelona que juega de libro. Que ataca a base de combinaciones imposibles hasta marear al rival defendiendo de forma sincronizada y aparentemente sin esfuerzo significativo. Y un Atlético que a través de una presión asfixiante en la salida de balón del rival y un cierre hermético en su campo cuando el contrario consigue salvar dicha presión , intentar robar la pelota y coger desprevenido al rival. Honestamente, el Atleti mereció ayer la victoria por varias razones. Porque llegó más a puerta y expuso más que el Barcelona. 


 Pero la realidad me dice que el equipo de la Ciudad Condal va a perder muy pocos puntos en la segunda vuelta. Creo que el único rival que le puede ganar es nuestro Atleti y ayer no pudo. Con lo cual, pienso que tendremos de nuevo el mismo campeón que la liga pasada porque sinceramente, el Real Madrid no llega al mismo nivel que sus máximos rivales ni de lejos. Porque estos dos equipos son eso, dos equipos mientras que el eterno rival es una agrupación de individualidades, muy buenas por cierto, pero que en los momentos más difíciles creo que no van a poder superar sus compromisos clave. Quizás Simeone es ya consciente de esto y pensará en echar el resto en la Champions y la Copa esta temporada,  intentando volver a ganar este título. Y el año que viene poder contar con un par de crack mundiales gracias a la obtención de ingresos de la Champions, un patrocinador de nivel y así poder asaltar esta liga tan complicada junto a la máxima competición europea.  Tenemos además la suerte de contar con la mejor afición.




Esto es lo que me dice mi cabeza pero he de reconocer que mi corazón, como buen atlético que me considero, no para de imaginarse lo que sería ganar la liga en el último partido contra el todopoderoso Barça. Bueno, y si pudiéramos ser campeones una jornada antes y asistir a un pasillo en su campo de los Iniesta, Messi y compañía, eso ya sería para enmarcar  y no parar de contárselo a mis nietos en el futuro. Que así sea.  


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