Si hay algo de lo que el
aficionado atlético se puede sentir orgulloso hoy en día es la identidad que su
equipo proyecta en el terreno de juego.
Sí, esto es algo en lo que muchos
no han caído todavía pero la realidad es que ya estamos aportando un nuevo
concepto de fútbol al mundo. Si el Barça de Guardiola se caracterizaba por
mantener la posesión de la pelota y a partir de ahí, elaborar su juego de
ataque a base de combinaciones imposibles hasta marear al contrario, el Atleti de Simeone se caracteriza por
ser un equipo en el que la presión ordenada y constante acaba por desquiciar al
contrario sin darle apenas alternativa en su juego de ataque. El problema es
que esta forma de jugar requiere de un desgaste físico y mental importante.
Pero me doy cuenta de que con el
paso del tiempo, el equipo sigue respondiendo a un nivel altísimo salvo contadas
ocasiones, accidentes diría yo. Sigo impresionado con el juego desplegado ante
el Madrid que por poco no nos hizo lograr la victoria (para mí, el mejor
partido jugado en años), me maravilló la segunda parte ante el Celta logrando
los tres puntos en juego y aluciné con
la segunda parte exhibida ante el Milán
de las siete copas de Europa.
Y echando cuentas (perdón al
Cholo por no asumir el partido a partido esta vez) y si logramos mantener este
nivel de presión a nuestros rivales en cada partido, son solo 16 los que nos
quedan para alcanzar una de las mayores glorias futbolísticas de todos los
tiempos. Porque si somos capaces de lograr estas 16 victorias consecutivas, seremos sin duda uno de los equipos que
quede en el recuerdo por muchísimos años en el planeta fútbol. Porque estoy seguro que nadie durante 93
minutos puede aguantar nuestra presión e intensidad tan bien aprendidas, que
acaban desembocando en victorias incontestables ante nuestros rivales.
Que el sueño hecho realidad está
más cerca de lo que pensamos…
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