Son las dos de la mañana. Veo TIKI TAKA, veo el Chiringuito y no salen del mismo bucle: el Madrid perdió por
Undiano. Y por una extraña casualidad que tanto se da últimamente, el líder
actual de la liga vuelve a ser ignorado, ninguneado diría. Es el Atlético de Madrid.
Y yo desde mi modestia, digo lo
que vi. Que el partido tuvo varias fases de buen fútbol, unas por parte del
Madrid y otras por parte del Barça. Pero en el cómputo general, el Barça, que
se jugaba más, fue superior. Podríamos hablar cómo el Madrid debido al enorme
esfuerzo físico de la primera parte se vino atrás y eso fue su perdición.
Porque el Barça cuando un equipo se repliega, Real Madrid incluido, llega en
muchas ocasiones al área y ahí es raro que no acabe perforando las mallas del
rival. Y el árbitro, bien gracias. Penalti injusto pitado a favor del Madrid, por cierto.
Pero después de 29 jornadas hay
una realidad incontestable: en los duelos entre los tres grandes, el Atleti ha
sido superior a sus dos rivales directos. Y el porqué es muy claro: la
intensidad en la presión que asfixia a cualquier rival, incluidos Barça o Madrid.
Y es por ello que ante estas 14 finales que nos quedan, tenemos que darlo todo
para poder lograr el soñado doblete.
Los de la acera de enfrente con
sus numerosos portavoces mediáticos que sigan hablando de los árbitros, que en
definitiva, es un claro síntoma de debilidad y excusa de mal perdedor, en
definitiva, de la aparición del nuevo PUPAS del siglo XXI.
Y el Atleti que siga a lo suyo. A
ganar, ganar y ganar y volver a ganar.
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