Siempre he pensado que ganar la Champions representa algo más por lo títulos a los que te da derecho jugar. Sabía yo, por cierto, que el partido de esta noche que enfrentaba a nuestro eterno rival contra el "equipito" de Mou iba a ser pan comido para los blancos como así se demostró. Golito "made in Trampas" para abrir el marcador y luego que si sí que si no, otro título para el equipo de su florentineza. Sabedor de ello, me apreté un barbacoa en lugar de ver semejante espectáculo, lo cual reforzó mi fortaleza mental que últimamente procuro cuidar para empezar en forma la nueva temporada.
Por otro lado, me conmueve ver a la afición enfrentada por todo lo que acontece en torno a mi equipo con su nuevo escudo, campo, camisetas y otros menesteres. Y yo, que debo ser un bicho raro colchonero, no dejo de pensar en las cuatro Champions que le hemos puesto en bandeja al Madrid. Eso es lo que me escuece realmente más allá de todos estos temas triviales.
Me decía alguien el otro día que no era un buen atlético porque no aceptaba la derrota como parte fundamental de nuestra idiosincrasia. Más allá de dar o no carnets de colchonero después de comerme, por cierto, dos años en segunda para posteriormente ver a un equipo que deambulaba por mitad de la tabla hasta la llegada triunfal de Quique Sanchez Flores y Diego Pablo Simeone, entrenadores que nos dieron caviar en forma de títulos, a mí lo que me pone realmente es ganar al Real Madrid.
Porque gracias a Simeone se ha dado el salto que todos los atléticos soñábamos dar algún día después de ese espectacular Doblete del 96. Un grupo competitivo, con una calidad incuestionable y que siempre se deja la piel en el campo. Y lo digo bien alto para que todo el mundo lo entienda: este Atlético de Madrid es el mejor equipo del mundo en duelos directos o eliminatorias. Por tanto, ganar hoy a los de Concha Espina significa vía directa hacia la obtención de un título.
Por eso, no me gustaría volver a ver al entrenador que ha logrado llevar a mi equipo a la cúspide del fútbol europeo saltar de alegría por el campo cuando tu eterno rival te elimina de la máxima competición por cuarto año o en la rueda de prensa posterior decir que está feliz por llegar a semifinales y ser tercero en liga. Personalmente, sigo muy decepcionado por haber perdido contra los de siempre en Champions y me gustaría que en esta nueva etapa y con este gran estadio, por fin todos nos mentalicemos que no hay otro camino que la victoria para alcanzar la felicidad plena.
El famoso ganar, ganar y ganar y volver a ganar de nuestro admirado y querido Luis Aragonés.
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