Tenemos la afición colchonera la virtud o el defecto, según se mire, de no estar nunca plenamente satisfechos con lo que tenemos. No me gusta esto, no me gusta lo otro, y como acertadamente suele comentar mi admirado Willy, director del Travesaño de Radio Neptuno (la mejor radio colchonera) y que me hace mucha gracia, no me gusta gustar. Analicemos fríamente los datos actuales.
Una masa social superior a los 110.000 socios, una lista de espera para ser abonado en la 18-19 de 11.000 personas, unas cuotas que en mi modesta opinión son asequibles y que espero sigan así por mucho tiempo, un estadio que es de los mejores de Europa, un equipo donde prácticamente todos sus componentes son internacionales por sus selecciones, un entrenador que ha demostrado ser una de la claves para que nuestro Atleti esté en los primeros puestos del ranking europeo y disputando la liga a Madrid y Barcelona, una Academia de fútbol base, que es referencia a nivel mundial y una fundación que ha recibido recientemente The Global Gift Humanitarian Award, el Oscar de los premios a las fundaciones por su trabajo de educación a través del deporte y su compromiso social. Seguro que me dejo más cosas positivas en el tintero.
Evidentemente, también entiendo a aquellos que no les gusta esta dimensión mundial que ha adquirido la entidad rojiblanca. Esta pérdida de la esencia colchonera a nivel local, del Madrid castizo, como cuando íbamos todos al Vicente Calderón a ver a nuestro Atleti, con esas previas en los bares de alrededor del estadio y que tanto nos unían, creando un ambiente inigualable en la ribera del Manzanares. Créanme si les digo que siento una gran añoranza por todo aquello porque tuve el privilegio además de que el Atleti siempre fue el equipo de mi barrio.
Pero la realidad es que gracias a esta dimensión alcanzada por el Atlético de Madrid, la situación ha cambiado y ese Atleti del Paseo de los Meláncolicos (¡Cuánto te quiero!) ha pasado a ser un Atlético de Madrid de dimensión mundial seguido por millones de aficionados. Mi único consuelo es que veo a los niños plenamente identificados con este nuevo Atlético de Madrid y nos guste o no, los pequeños son los mejores cimientos para mantener este crecimiento, en mi opinión, ya imparable.
Por todo ello, intentemos estar unidos toda la afición de aquí a final de temporada y aparquemos nuestras diferencias que en nada ayudan a la consecución de los objetivos marcados hoy, como son el título de la Europe League y ganar al eterno rival en el Bernabeu.
Ya llegará Junio y se podrán plantear y discutir temas diversos. Ahora toca Atleti.