Sé que el título de este post carece de originalidad pero sospecho que hoy tiene más sentido que nunca. Son tantas experiencias vividas, emociones y decepciones que uno ya a esta edad empieza a descifrar el enigma rojiblanco y todo lo que le rodea.
Pongamos el ejemplo más cercano, el último partido frente el Bayern. Loas generalizadas a Simeone por su brillante planteamiento, a los jugadores por su entrega y buen juego y a la afición por su comportamiento, animando sin parar. Parece que volvemos a subirnos todos en esa nube que nos podría catapultar hacia la consecución de nuestra primera Champions.
Pero yo me pregunto, ¿Qué se diría si el Bayern en una de esas jugadas aisladas nos hubiese empatado? Porque no hay que engañarse, el Atlético jugando un extraordinario partido sólo pudo hacer un gol con lo que bien pudo haber sucedido lo del Alavés en la primera jornada de liga. Desgraciada o afortunadamente somos resultadistas.
Entendí perfectamente las palabras del argentino este verano cuando dijo lo del duelo por la final de Milán. Pues bien, que nadie se vuelva loco y sobre todo, que no se caiga en ese falso triunfalismo alimentado por los medios, que tan pronto menosprecian sin disimulo a este Atlético de Madrid por un resultado adverso como le definen uno de los mejores equipos del mundo por ganar brillantemente en el Vicente Calderón el pasado miércoles.
La victoria frente a los alemanes no deja de ser un buen comienzo en la máxima competición continental aunque en mi modesta opinión, es el encuentro frente al Valencia el partido más importante de la temporada. Hoy no se fía, mañana sí.
Yo, por cierto, sigo de duelo por lo de Milán...
¡¡¡ Forza Atlético !!! ¡¡¡ Aplasta Atleti !!!